sábado, 26 de mayo de 2012

Me gusta que alguien te ame, y que ese alguien sea yo.

Es una droga imposible de dejar y a la vez dañina, una estúpida razón para seguir feliz. Me quema la idea de no poder estar junto a él todo el día, de no poder darle un abrazo ni por la noche ni por el día. Porque no debo, no puedo, no es mío el derecho. Aunque me conformo con ser su amiga, con disfrutar de su felicidad y sentirla mía. ¿Qué más puedo pedir? Tengo el placer de verle todos los días y de hablar con él sin inconvenientes. Obviamente es demasiado, pero estaría bien algo más. Pero no puedo pedir cosas que sé que nos me las puede dar. Le admiro por lo que me da, por cada sonrisa, por cada mirada. También por lo que dice, aunque a veces no pensemos lo mismo. No siempre estamos de acuerdo porque existen diferencias, diferencias que por muy grandes que sean siempre se transforman en sonrisas. Temo que sea cambiado por malas compañías, que me olvide y se vaya sin pensar en lo que yo sentiría. Temo perderle por cualquier tontería, aunque siendo como es sé que nunca lo hará, que con sus fallos y sus defectos siempre es leal. Me gusta saber que soy alguien en su vida, pero por mucho que yo quiera algo más, sólo soy su amiga. A pesar de todo me gusta la situación. Porque para mí es especial, es bonito formar parte de él. Es un orgullo tenerle sin más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario